Si a los presidentes municipales de Tlaxcala, Tepetitla, Ixtacuixtla y Cuapiaxtla les pagaran por lo que hacen a favor de sus gobernados, no cobrarían un peso.
Y es que no exageramos cuando decimos que son un cero a la izquierda en sus “gobiernos”.
Ahí tiene a un Jorge Corichi promocionando a la capital en el extranjero con productores de cine y operadoras turísticas que si vieran el estado en el que tiene Tlaxcala lloran, le juro.
Ni que decir de Alan Alvarado eh, mejor se hubiera dedicado a seguir dando consultas a sus pacientes porque si algo pasa en su municipio, él ni en cuenta.
Que si casas con armamento, mutis, que si el UBR de Ayecac no funciona, mutis, que si lavanderías contaminan el río, problema de los que beben agua, que si asesinan a mujer o se oponen al tianguis o hay heridos por riñas, nada es su responsabilidad.
Si de desaparecidos hablamos, en Ixtacuixtla los habitantes se arrepienten de haber votado por Morena.
Mucha feria, mucho baile popular, pero a Rolando Pérez Saavedra en la presidencia no lo conocen.
Cadáveres con huellas de violencia, narcomenudeo en las comunidades, homicidios dolosos en pueblos donde Cristo no se atrevería a visitar, obras sin concluir y una vicepresidencia a manos del Secretario del Ayuntamiento son parte de las novedades en dicha demarcación. ¿Alguien vio al presidente?
La joya de la corona Cuapiaxtla, ahí si se la volaron. Una cosa es que su alcalde Antonio Romero Rodríguez no pagara la luz siendo un mortal ciudadano, pero otra muy distinta es que se atreviese a amenazar y despedir a sus policías por no cuidar a su ebrio junior.
Esto último obviamente lo negó, pero la carpeta de investigación en su contra existe por lesiones, amenazas y despido injustificado. ¡Qué triste!
Lamentablemente estos impresentables son apenas el inicio de una larga lista de malos gobernantes cuya única virtud fue ser candidatos de un partido cuyas siglas pesan para el pueblo bueno y sabio, ese que no se equivoca, pero paga las consecuencias de elegir con la cartera a sus gobiernos.
La inseguridad, la falta de empleo, servicios, el despilfarro de sus autoridades y hasta el cinismo con que se hacen hoy por hoy negocios al amparo del poder impiden el progreso de las comunidades y, en consecuencia, del Estado.
A algunos munícipes los rescata el servilismo con la máxima autoridad estatal y la capacidad de negociar obras cuyos contratos benefician también a la extensión del poder en Palacio de Gobierno.
Mientras en el norte del país un buen gobierno es aquel que atrae inversión y potencia el desarrollo, en la provincia nos conformamos con dos gallinas y un calentador. ¡Caray!
Hasta mañana…
@Naye_Romero89