La personalidad violenta de Cuchán quedó expuesta durante el juicio oral por el homicidio de Luciana. Dos exnovias de Cuchán revelaron episodios traumáticos
En octubre de 2004, Pablo Víctor Cuchán asesinó a la adolescente Luciana Moretti. Para deshacerse del cuerpo, la descuartizó e incineró sus partes en la parrilla de la casa de sus padres, en Ingeniero White, en Saavedra, Argentina.
La dentadura y restos del cráneo de la joven de 15 años fueron hallados al costado de las vías, frente a un frigorífico abandonado. En una propiedad de Avenante 4061 y en la casa de Cuchán, en Juan José Valle 3656, de Ingeniero White, aparecieron algunos huesos, cabellos y gotas de sangre.
Después de matar a Luciana, Cuchán hizo todo lo posible para que no quedara nada del cuerpo de la adolescente. Durante los 11 días que duró la búsqueda de la menor tuvo en su casa las bolsas con las cenizas y partes de huesos que no alcanzó a sacar de la vivienda en la que vivía con sus padres y una hermana.
“Tiene conciencia cabal de sus actos. Tiene una estructura de personalidad compleja, con componentes psicopáticos y narcisistas, con falta de emotividad. No se advierte arrepentimiento del imputado. Tampoco se observa un estado paranoide o maníaco. Tiene marcados rasgos narcisistas y antisociales. Presenta un sentimiento de grandeza y autoimportancia y no tiene en cuenta las necesidades de los demás”, concluyó el informe elaborado por un psiquiatra que revisó a Cuchán y que figura entre las 116 páginas de la sentencia condenatoria por el homicidio de Luciana.
La personalidad violenta de Cuchán quedó expuesta durante el juicio oral por el homicidio de Luciana. Dos exnovias de Cuchán revelaron episodios traumáticos provocados por el imputado. Natalia Paola Barona relató que mantuvo una relación con Cuchán entre julio de 2002 y febrero de 2003. La mujer explicó que terminó su vínculo porque descubrió un episodio de infidelidad.
Recordó que Cuchán la llamó por teléfono y le avisó que se quitará la vida. Entonces, ella fue a su casa y encontró a su perra acuchillada, en la bañera. La testigo relató que había sangre en las paredes de la cochera. Al revisar un cuaderno que estaba a la vista, la mujer encontró una nota escrita por Cuchán en la que advertía que se quitaría la vida y se llevaría a su perra con él.
La testigo denunció a Cuchán por este hecho, pero la causa fue archivada. Otra expareja, Mabel Cano, también se refirió a situaciones violentas que vivió con el acusado y su testimonio fue consignado en la sentencia por el homicidio de Luciana.
Pero en 2016, al cumplir las dos terceras partes de la condena a 18 años de prisión que le había impuesto el Tribunal Oral N° 1, de Bahía Blanca por el homicidio de Luciana, Cuchán recuperó la libertad. Un año después, mientras gozaba del beneficio de la libertad condicional decidió presentarse en las redes sociales y aplicaciones para relacionarse con mujeres. En ese momento vivía en el balneario bonaerense de Monte Hermoso, no muy lejos de Ingeniero White, donde había cometido el crimen.
Así fue que Cuchán creó dos perfiles en Tinder y Badoo, dos apps de citas en los que se presentaba como “Pablo” y “Vic29″, por Víctor, su segundo nombre. En 2017, alguien advirtió que se trataba del femicida de Luciana Moretti y la alerta corrió como pólvora encendida en las redes sociales. “Compañeras que sean de o visiten Monte Hermoso y la zona, por favor, tengan cuidado y difundan”.
Los reclamos resultaron meramente enunciativos, porque entre las condiciones que la Justicia estableció para el cumplimiento de la libertad condicional no figuraba una prohibición para acceder a redes sociales y relacionarse con otras mujeres.
De nuevo tras las rejas
Pero, dos años después, Cuchán sí violó una de las condiciones fijadas por el tribunal y volvió a prisión. El 20 de abril de 2019, mientras estaba en la fiesta en la casa de un amigo, en Monte Hermoso, con la excusa de ir a comprar más bebidas, salió de la vivienda acompañado por una mujer.
Según denunció la mujer, en un momento del trayecto, él la tomó del cuello, y ella intentó zafarse. Entonces, Cuchán perdió el control de su Citroën C4 y chocó contra un poste de alumbrado. Allí fue interceptado por una patrulla policial, que lo llevó detenido. Al ser sometido al estudio de alcoholemia dio positivo. Entonces, ofreció dinero a los efectivos para que borraran esa prueba que podría provocar que regresara a prisión.
Cuando los integrantes del Tribunal Oral N°1 de Bahía Blanca, que habían condenado a Cuchán, recibieron la notificación de la fiscal Claudia Lorenzo sobre el incidente protagonizado por Cuchán en el que los testigos y los análisis demostraron que manejaba alcoholizado y que había atacado a una mujer, revocaron el beneficio de la libertad condicional y el asesino de Luciana volvió a la cárcel.
Cuchán recuperó la libertad hace menos de un año. Tuvo que cumplir la totalidad de la pena. Si bien el Tribunal Oral N°1 lo condenó a 18 años, una sala de la Cámara de Casación penal bonaerense le redujo la pena a 17 años de cárcel, luego de revisar uno de los recursos presentados por la defensa del asesino.
Cuando Cuchán asesinó a Luciana no estaba vigente la ley que, a partir de la reforma incluida en el Código Penal de 2012, creó la figura del femicidio para asesinato de una mujer en el contexto de violencia de género y agravó la pena hasta el máximo de 35 años de prisión.
Además, durante la investigación del homicidio de Luciana y en el juicio oral, no se pudo demostrar cómo asesinó Cuchán a la adolescente y resultó imposible incluir algunos de los agravantes como la alevosía, que hubieran permitido a los jueces del Tribunal Oral N°1 fijar una pena mayor que los 18 años que finalmente le impusieron.
Pronóstico desfavorable
Su paso por la cárcel no mejoró la personalidad del asesino. Un peritaje consignado en uno de los fallos dictados por la Cámara de Casación penal bonaerense que tuvo que resolver un recurso presentado por el Ministerio Público de Bahía Blanca indicó: “el pronóstico desfavorable de reinserción social. El régimen y tratamiento penitenciario impartidos no han alcanzado aún los objetivos perseguidos en procura de evitar que aquel que ha delinquido vuelva a hacerlo”.
Además, el informe elaborado por el Consejo Correccional del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB), en el que se consignaron los resultados de las entrevistas con psicólogos y psiquiatras de la cárcel en la que Cuchán cumplió la condena, concluyó que el interno “no ha logrado, en su lugar de encierro, internalizar lo reprochable de su accionar”.
Dicho informe, elaborado mientras Cuchán cumplía la condena en la cárcel, cuya conclusión se difundió cuando el asesino solicitó su libertad, no difiere casi en nada con respecto al estudio que le hicieron en la primera etapa del proceso.
Cuchán salió de la cárcel porque agotó la pena por el homicidio de Luciana. Pero, nunca asumió la gravedad del hecho que lo llevó a prisión.
Dijo que no mató a Luciana y que la adolescente falleció a raíz de una sobredosis de droga que habían consumido juntos. Para explicar por qué no llamó a una ambulancia para ayudar a la joven y su decisión de descuartizar e incinerar el cuerpo, Cuchán sostuvo que tuvo miedo de que lo involucraron en un crimen que no había cometido.
Diálogo impactante
El 7 de julio de 2007, Cuchán tuvo este intercambio con el presidente del tribunal que lo juzgaba:
–¿Usted le proporcionó la droga a Luciana?
–No le proporcioné nada, la compartimos…
–¿Cómo consideró que ya estaba muerta?
–Los párpados, la lengua para atrás, el pulso…
–¿Tiene conocimientos de medicina usted?
–No. Yo tengo conocimientos de drogarme.
–¿Por qué no llamó a una ambulancia?
–Porque en ese momento yo no estaba en el mismo estado que ella, pero… No sé, son preguntas que usted me hace hoy, pero yo me las vengo haciendo desde hace tres años.
Cuchán insistía con que se había asustado al ver a la chica muerta. Negó haberla descuartizado. Dijo que llevó el cuerpo hasta la parrilla de la casa en la que vivía con sus padres y su hermana, lo roció con 20 litros de solvente, le puso unas 10 o 12 bolsas de leña encima y lo prendió fuego.
–No veía salida. En el apuro, en el arrebato, la vi recostada sobre la cama y con la lengua dada vuelta. En eso empezó a sonar el teléfono o el timbre, no sé qué sonaba. Y bueno: la cargué en mis brazos y la llevé hasta al quincho de mi casa.
Cuchán aseguró que por su cabeza pasaron “dos millones de preguntas” que en ese momento no tenía tiempo para responder. Por eso recostó el cuerpo sobre una silla, abrió las puertas de chapa del fogón, lo metió adentro y volvió a cerrar las puertas con unas trabas que tenía al costado.
–Después me fui a trabajar porque llegaba tarde.
Cuando volvió a su casa, Cuchán se acercó de nuevo a la parrilla, sacó las trabas y abrió la puerta.
–Luciana ya no era Luciana y el cuerpo estaba sumamente pesado. En ese momento agarré las bolsas de leña, el solvente y prendí fuego todo.
Cuchán calculó que cerca de las seis de la tarde abrió el fogón, juntó los restos, los puso en bolsas y limpió todo.
–¿Qué olor quedó en el quincho?
–Era un olor ácido, que al abrir las ventanas y prender los ventiladores fue yéndose.
–¿Dónde está el resto del cuerpo de Luciana?
–Todo junto tiré. Y dejé algo de sus cenizas en mi jardín. Eso fue todo. Perdón…
Fallo lapidario
En la sentencia dictada por los jueces Mario Lindor Burgos, Hugo Alberto De Rosa y Miguel Alberto Adrover, los argumentos de Cuchán quedaron derrumbados.
“El acusado nunca explicó por qué no solicitó auxilio para socorrer a Luciana Moretti. Insisto en que no es posible, siquiera suponer que alguien sumergido en una ebullición súbita de su ánimo actúe con absoluta tranquilidad y normalidad como si nada hubiera pasado, dejando a la víctima en la parrilla del quincho de su casa, con toda la carga emocional que, necesariamente, esto conlleva”, expresó uno de los magistrados al fundar la condena contra Cuchán.
Los jueces llegaron a esta conclusión luego de escuchar a los testigos y revisar las pruebas. Luciana salió de su casa, se encontró con Cuchán y fue a la vivienda del acusado. La madrugada que fue asesinada llamó a su familia para decir que estaba en la casa de una amiga. Mintió: estaba con Cuchán. Durante el proceso se determinó que dicha comunicación fue realizada desde el celular de Cuchán.
Según los testigos, la mañana del crimen, entre las 10:30 y las 12:30, el acusado concurrió a la ferretería industrial de sus padres. Ninguno de los compañeros de trabajo lo observó descontrolado o nervioso. Ese fin de semana, los padres de Cuchán se instalaron en la casa que tenían en la ciudad de Monte Hermoso, a 100 kilómetros de Bahía Blanca.
“No puede conjugarse, por lo menos de manera lógica, más allá de las particulares circunstancias físicas de cada uno de los protagonistas, que, habiendo consumido la misma especie de droga y en igual cantidad, la joven Luciana se comunicara a las 7:30 con su hermana Antonella, le manifestara que estaba bien y que iba para su casa y que, pocos minutos después, falleciera por un motivo que nunca fue explicado”, se indicó en la sentencia condenatoria.
Edgardo René Martínez se desempeñaba como barrendero en el barrio en el que vivían la víctima y el asesino en la época en la que Luciana fue asesinada. Al declarar en el juicio oral recordó que a las 6:20 vio pasar el auto amarillo de Cuchán. A las 7:20, luego de barrer casi 10 cuadras, llegó a la esquina de Juan José Valle y Sisco y vio el mismo vehículo amarillo estacionado en diagonal al portón de la casa, sobre la vereda.
El testigo agregó que terminó de barrer, juntó la basura y vio salir a un muchacho que saludó a una señora que llegaba a la casa y subió al vehículo amarillo. Este testimonio ubicó a Cuchán en el momento del asesinato, en el lugar donde mataron a Luciana. La mujer a la que saludó Cuchán realizaba tareas domésticas en la vivienda y era empleada de la familia.
“El acusado, en las mismas circunstancias de tiempo, se despidió normalmente de la señora que llegó para trabajar en su casa, manejó su vehículo, se constituyó en la empresa de su padre, habló por teléfono, tomó mate con sus compañeros en forma absolutamente normal, sin mostrar evidencia alguna de dicho consumo”, concluyeron los jueces al explicar la conducta sin alteraciones de Cuchán en los momentos posteriores al homicidio de Luciana.
El asesino de Luciana quedó en libertad en octubre de 2021. Ante la posibilidad de que se instalara en Monte Hermoso, en la casa de sus padres, los concejales declararon a Cuchán persona no grata. A juzgar por las fotos de sus redes sociales, sigue cerca de la playa, cerca del mar.
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