¡Uy no! Sabrá Dios en manos de quién terminan las conversaciones que tenemos en WhatsApp.
Y es que mire, hace unos meses desde la línea telefónica del Secretario de Educación Pública en el Estado, Homero Meneses, hackers,o eso queremos pensar, cobraron dinero por la presunta venta de plazas.
El Secretario tuvo que recurrir a la policía cibernética para investigar quién o quiénes usurparon su línea telefónica y realizaron fraudes a personal del sistema educativo.
Un caso más reciente, el denunciado ayer por la vocera del Congreso del Estado, a quien también curiosamente le intervinieron su línea telefónica a través de WhatsApp.
“Su línea está bien pero no ha podido recuperar su cuenta” informó mediante correo la Dirección de comunicación Social del Congreso.
El resto respóndaselo usted, a quién le interesa saber con quién habla un secretario con aspiraciones al Senado de la República y una vocera del legislativo cercana a otro que quiere ser Senador. ¡Vaya cosa!
Esperemos, el caso no termine en una investigación que vincule al software adquirido para “triangular” información que permita la localización de las personas, mismo que no se ha ocupado, por cierto, para dar con el paradero de la maestra desaparecida en Calpulalpan.
Híjole, es que, de verdad, Tlaxcala parece el mundo al revés por ilógica e incomprensible.
A colación:
Morimos por escuchar a Jorge Corichi dando una explicación al contrato con una empresa Oaxaqueña para justificar la compra a artesanos de Tizatlán de las letras monumentales de Tlaxcala.
Mismas que, por cierto, le regalaron.
Mientras artesanos cobraron casi 230 mil pesos, el goloso edil las facturó en el doble. ¡Cínico!
Hasta Mañana…
@Naye_Romero89
